miércoles, 7 de enero de 2015

No pido tanto.

Como una pesadilla que se repite una y otra vez. Lo suelo pensar en momentos de debilidad pero siempre acaba en lo mismo: mi futuro.
¿Y qué sería de mi futuro sin mencionar a la persona que puede formar parte de el?
Yo no pido tanto, quiero un futuro brillante. Uno del que poder presumir y que sea una fantástica historia que poder contarle a mis nietos, tan fascinante que resulte casi imposible de imaginar.
Quiero llegar a ser una persona que daría gusto conocer, moverme por mis pasiones sin que ni siquiera el viento me detenga, vivir mi pasión, hablar otras lenguas y triunfar.
¿Que sería de esta vida sino apostamos a lo más alto? Si no nos arriesgamos, si no sufrimos y lloramos nuestras penas, incluir algún que otro fracaso pero seguir adelante y poder mirar nuestros logros desde los más alto del Empire State Building. Y una vez allí, respirar hondo y darnos cuenta de todo lo que hemos conseguido.
No quiero tener que quedarme en casa, con un hombre acomodado en su sofá esperando que un trabajo llame a su puerta, o que venga su madre a ofrecerle uno. Que se conforme con lo que tiene sin querer nunca más, sin pasión ni vivencias.
Es genial tener alguien que te quiera, y que te diga que "jamás encontraré a nadie como tú". Y me emociono con pensarlo, pero soy demasiado soñadora o quizá veo demasiadas películas. Pero si algo he aprendido es que los sueños se pueden cumplir, pero si no ponemos de nuestra parte jamás llegaremos a ser nada.
Necesito a un hombre que se levante cada mañana pensando en ser mejor que el día anterior, que no se conforme con un trabajo regalado o con 600 euros en su cuenta. No pido riquezas ni joyas.
Quiero un hombre que me saque a bailar, que me cante en el coche y que sea capaz de acompañarme a cualquier rincón del mundo. Que no le de miedo otro idioma, otra cultura, otro lugar...
Tener a alguien con quien mantener largas conversaciones y poder pasarme toda la noche hablando hasta caer rendida y, que a la mañana siguiente siga con energía para sacarme una sonrisa.
Siete sitios a los que viajar antes de morir: Nueva York, California, Miami, Hawaii, Sidney, Estambul, Tokyo,...
Difícil elección, me faltan sitios.