sábado, 18 de julio de 2015

Cara o cruz.

Como dos caras de una misma moneda, donde solo puedes elegir cara o cruz. 
Estas viendo el precipicio y vas sin frenos, y sabes que te la vas a pegar, que vas a caer y no sabes como salvarte, como salir de esta.
Por un lado, el chico con el que he estado dos años, con subidas y bajadas. Con sus cosas buenas y sus tantos defectos, con su carácter y sus tonterías.
Y yo se que no es un chico para toda la vida pero tengo miedo, vivo con miedo aferrada a la idea que tengo de el, idealizando cada momento cuando luego no es así. Cuando hay tantas peleas y no se que hacer.
Y me gusta la estabilidad y la comodidad, y no arriesgo nada. Hasta que vino el. El, que hace 5 años se presento en mi vida y ya ha sido imposible sacarlo.
Aquel que siempre supo que decirme en cada momento y que su voz me pone a temblar. Y llega, como si nada, y pone a temblar mi mundo con tan solo la idea de un beso.
Intento evitar pensar en esta situación, porque se me sale el corazón del pecho cada vez que lo hago, y porque me pone en un estado de nervios y tristeza. Por pensar en que debo dejar atrás una relación que no lleva a ningún lado porque no buscamos lo mismo en la vida.
Y siempre lo he tenido muy claro que algún día acabaría....pero nunca imagine el día en que pasaría. Todo ha pasado tan rápido, y, me encuentro a pocos días de ese 23 de julio y no se que hacer.
Si arriesgarme o volver por el mismo camino.
Y me digo una y otra vez que una vez que lo bese, no podré engañar a alguien de ese modo. Porque él, él hace que todo tiemble, y que me escriba tantas cosas y me haga pensar en tantas cosas, que lo único que quiero es estar sola y dejar de pensar.
Estoy con mi chico y estoy....sosa, sin ganas de nada pensando en él. Y luego llego a mi casa y me pongo a llorar por la idea de estar sola.
No se porque me aterra tanto.