sábado, 21 de febrero de 2015

Amores de película

Películas. Películas que nos hacen soñar y trasladarnos a otros mundos. Que nos hacen creer que cualquier cosa es posible.
Algunas nos hacen tener unas expectativas demasiado altas. Y, si, me refiero a las películas románticas. Refiriéndome a 50.... y libros como After o sucedáneos.
Mundos donde existe ese hombre perfecto, no ese chico romántico que se cuela por ti desde el primer momento sino ese chico duro, que nos mola más, que nos vuelve locas y que cualquier cosa que haga hace que se nos acelere el corazón.
El tipo de hombre que es  frío a primera vista, impenetrable, que nunca sabes que esta pensando, al que parece que no le importas y de repente aparece para llevarte a un sitio mágico y demostrarte que es capaz de todo y que se preocupa por ti y que en el fondo, tras esa máscara tan superficial, se enamora de la chica.
Ese chico que es capaz de sacarte de quicio, de volverte loca hasta el extremo y de odiar cada cosa que haga pero sigues anhelando una simple mirada suya, un roce o que susurre tu nombre.
El hombre con el que pierdes cualquier atisbo de sentido común, y que cuando te toca tu piel arde y tu corazón se acelera.
Y, no se práctica sexo, se hace el amor. Y se hace lento y disfrutando cada caricia y de repente empieza a sonar una melodía lenta de fondo y la luz se atenúa lo justo para ver lo necesario. Todo es bonito.
Pero, chicas, ese tipo de hombre... NO EXISTE.
La gran capacidad de invención de las autoras (si, en femenino) y de las industrias de Hollywood nos han hecho creer que ese hombre existe y que no es un completo capullo. 
Que es un hombre con un pasado y esta dispuesto -aunque le cueste- a pasar su futuro y presente contigo. 
Y, de verdad, si ese hombre existe... que me lo presenten. Porque todas las chicas están deseando esa bonita historia con ese chico de ensueño que nos han prefabricado y diseñado perfectamente al milímetro. 
O las chicas somos demasiado ingenuas para creernos todos esos cuentos o de verdad esos chicos existen y los tienen escondidos junto a la formula de la Coca-Cola.
Aún así, no hay que conformarse porque... conformarse es limitarse.